miércoles, 22 de agosto de 2007

Se acerca la energía nuclear a Chile

Primero, qué es. Para discutirla, entenderla. Algunos físicos en el siglo pasado, lograron comprender la energía que yace al interior de los átomos. Vieron que en su descomposición podrían liberar una cantidad de energía inconmensurable y soñaron un mundo sin desabastecimiento. Luego, vino la bomba nuclear, el Nobel, E=mc2 y los desperdicios radiactivos (más detalles en Wikipedia, o la Comisión Chilena de Energía Nuclear).
Aclarado esto, llama la atención desde hace algún tiempo en el mundo político en Chile, los llamados a abrirse a la discusión del tema. Altos personeros de los partidos oficialistas urgen a la realización de estudios de factibilidad, para el mediano o largo plazo que involucra su construcción. La inmediata respuesta de grupos ambientalistas y ecologistas es de negativa y solicitan a los candidatos de la pasada elección presidencial alejen la posibilidad de esta fuente energética de sus planes de gobierno.
Personalmente, me llaman la atención dos opiniones contrarias de la semana recién pasada. La primera, en la entrevista en el DF al ex presidente de Chile Ricardo Lagos E., quien afirma que hay que llevar la discusión a un nivel con mejores argumentos técnicos, considerado el avance de la ciencia y los actuales desafíos del mundo global, asociado a la débil matriz energética que exhibe nuestro país. La segunda, la mesa redonda que se efectuó en el Club Concepción, en la cual se trató el tema de la escasez de energía en Chile y sus potenciales fuentes, donde las voces del mundo académico se manifestaron contrarias a la nuclear, por sus potenciales accidentes, sus residuos y, un antecedente no menor, las escasas reservas disponibles.
De vuelta, al primer argumento, se trata de una energía limpia que no emite dióxido de carbono, que la tecnología y seguridad han progresado mucho, y que reemplaza la dependencia actual que mantenemos los hidrocarburos y del clima. En su contra, los elevados costos en vidas de sus fallas y las siderales cifras de dinero que cuestan las reparaciones no encuentran comparación con los beneficios.

Mi opinión personal es que hay que estudiarlo. El desastre llamado calentamiento global ya está con nosotros y debemos enfrentarlo; ésta es una de las herramientas. Quizás no es la mejor y estratégicamente depender de una fuente aún más estrecha, limitada y compleja que los hidrocarburos, me parece que le resta prácticamente todo atractivo a requerirla. Si no tenemos el uranio para nuestras posibles plantas, con un continente agitado y sin estabilidad política, en resumen, no me suena lógico intentar la construcción de plantas nucleares. Y sin ser conservador, ese razonamiento me puede alcanzar para unos 20 años.

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