Durante bastante tiempo se esperaba el aumento en el permiso para la fábrica de celulosa de Valdivia Celco. Porque tras meses cumpliendo con las exigencias impuestas por la autoridad ambiental, lo lógico es que así ocurriera. Además, que mantener restricciones sin fundamentos resultaba arbitrario, también se hacía un perjuicio innecesario a la empresa y a la sociedad por la limitación a la producción.
Hasta ahí todo bien, llegó la autorización. Pero no pasó un sólo día hasta que apareció un cisne muerto en el santuario de la naturaleza, en condiciones de bajo peso, como ocurrió con las muertes de cisnes en la época que comenzó a funcionar la planta.
Me parece insólito. Y sólo me quedan dos opciones posibles en este minuto para explicar el hecho: las mediciones de los organismos ambientales fueron malas y no dieron cuenta de los efectos sobre flora y fauna, o bien, ese cisne murió por causas ajenas al funcionamiento de la planta. Respuestas simples a soluciones complejas, porque tanta coincidencia es sólo para novelas.
El artículo de EyN sobre la autorización a Celco.
El artículo de La Tercera sobre el cisne muerto.
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